Destrucción masiva. Nuestro hombre en Bagdad.

rueda

Hace unos días tuve la suerte de asistir a la presentación en Madrid de la nueva obra de Fernando Rueda «Destrucción masiva. Nuestro hombre en Bagdad». Me llevaba los deberes hechos, a medias, ya que no me había dado tiempo a terminar el libro. Me quedaba el epílogo, que en el caso de Destrucción masiva no es pecata minuta. Pero sobre el epílogo hablaré enseguida.

Esta joya empaquetada en forma de libro es todo acción, aventura y giros inesperados, todo ello engarzado de tal forma que a uno, conforme va leyendo, le va creciendo esa sensación de peligro, de que algo grave está a punto de ocurrir. Y es que el bueno de Fernando hace una promesa tácita al que se atreve con el libro, comenzando éste de la siguiente forma: «Cinco meses después de haber pisado suelo iraquí, los cuatro espías veteranos no habían podido arrancarse la sensación de peligro acechante.» La promesa consiste en que esa misma sensación de peligro acechante le va a acompañar a uno a lo largo de todas las páginas de esta historia. La cumple, vaya que si lo hace.

Destrucción masiva está inspirada en la historia de los espías españoles asesinados en Irak. Y el autor consigue esculpir un true crime de categoría. En mi opinión, Fernando Rueda ya ha demostrado sobradamente en anteriores trabajos que sabe describir y trasladar la acción operativa con una maestría inigualable. Casi parece que él viva ese tipo de vida (quizás en su vida oculta lo haga), pero en esta obra se supera, si esto es posible.

Que este libro es un homenaje a esos hombres que nunca regresaron de tierra iraquí queda claro en el fantástico epílogo con el que encumbra la obra, pero también cuando uno le escucha y ve emocionarse hablando de esta historia y tratando con inmaculado respeto a sus protagonistas. Un tipo grande, de grandes maneras, trato sencillo y humildad auténtica.

Por último os recomiendo no perderos alguna de las presentaciones de Destrucción masiva, que el autor está llevando a cabo por toda la geografía española. Merece la pena lo que Fernando tiene que contar, y sobre todo, el modo en que lo hace.

¡Hasta más leer!